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Date Posted:02/06/2009 2:36 PMCopy HTML



   





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Avivando el fuego
 
 
PARTE I

 
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Lucas 3:15-17 
 

 
 En las Escrituras se habla de muchas clases de fuego, pero uno de ellos, el fuego de Dios en los creyentes, debe ser atendido y avivado en estos días de apostasía.

"Como el pueblo estaba en expectativa, preguntándose todos en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo, respondió Juan diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará" (Lucas 3:15-17
)..

Palabras de nuestro Señor Jesucristo: "Fuego vine a echar en la tierra". Esto dijo nuestro Señor, son sus palabras. ¡Bendito Jesús! "Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido?" (Lucas 13:49).

Señor, tú eres el mismo ayer, hoy y por los siglos. No hay ni una sombra de variación en tu persona ni en tu obra gloriosa. Te bendecimos, Señor. Nosotros sabemos que no hay Dios fuera de ti. ¡Gloria a tu nombre! Que no hay Salvador fuera de nuestro Señor Jesucristo. ¡Gracias, Señor! Que tu Santo Espíritu nos socorra esta mañana para compartir tu palabra. Ayuda, Señor, a tu siervo para compartir y a tu pueblo para recibir tu preciosa palabra. ¡Bendito eres tú, Señor!¡Bendito es el nombre del Señor!

El fuego en las Escrituras

Hermanos: estas palabras de nuestro Señor nos inspiren esta mañana. Él dijo que había venido a la tierra a echar fuego sobre la tierra. El fuego está asociado con el Señor, está asociado con Dios de distintas maneras en la Escritura. Todos conocemos la historia de la zarza. Cuando la zarza ardía y Moisés se acercó y Dios le habló desde la zarza ardiendo, la zarza no se consumía. Pero desde ese lugar habló en llama de fuego el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob para enviar a su siervo Moisés.

El profeta Ezequiel, cuando ve la visión del trono de Dios en el cap. 1, dice que era como una semejanza de fuego en derredor de ese trono establecido en el cielo. También Isaías, vio cómo, con un carbón encendido sacado del altar que estaba delante del trono de Dios, viene un ángel, un serafín hacia él, porque hay fuego delante de Dios.

El profeta Habacuc lo dice con estas palabras, con respecto también al trono de Dios: "Su gloria cubrió los cielos, Y la tierra se llenó de su alabanza. Y el resplandor fue como la luz; Rayos brillantes salían de su mano, Y allí estaba escondido su poder. Delante de su rostro iba mortandad, Y a sus pies salían carbones encendidos. Se levantó, y midió la tierra; Miró, e hizo temblar las gentes..." (Hab. 3:3-6).

El fuego está asociado con el poder, con la majestad, con la autoridad de nuestro Dios.

Juan, cuando vio al Señor Jesús en la isla de Patmos, dice que los ojos del Señor eran como llama de fuego. Cuando uno ve a una persona no se fija primero en su ropa, ni en sus pies, ni en su cabeza. Lo que más llama la atención es la mirada. Si alguien nos mira con amor, lo sabemos; si alguien nos mira enojado, lo sabemos. Los ojos del Señor impresionaron a Juan y cayó como muerto a sus pies. Sus ojos eran como llama de fuego.

Pero ese no es nuestro tema esta mañana.

El fuego de la prueba

El fuego en la Escritura también está asociado con la prueba. En Isaías dice: "Cuando pases por el fuego, no te quemarás ... cuando pases por las aguas, yo estaré contigo" (Is. 43:2). "Cuando pases por el fuego, no te quemarás", porque cuando el Señor está con nosotros, ni el fuego puede arder en nosotros. Hay fuegos de prueba. "Amados - dice el apóstol Pedro - no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese" ... Esto ocurre en el mundo entero: hay una prueba permanente sobre todos los hijos de Dios. Y en el primer siglo, una prueba de fuego y de persecución había sobre la iglesia de Dios.

Pero también nuestra fe es probada. Así como el oro se prueba con fuego, así también nuestra fe ha de ser probada por fuego.

Pero no es tampoco el fuego de prueba el tema ahora.

En el libro de Daniel se registra el caso de tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego. Ellos declararon: "El Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo". Ellos pasaron por el fuego, pero no se quemaron, ni olor a humo salió en ellos. También en Corintios dice que la obra de cada uno, el fuego la probará. El fuego de prueba revelará la realidad de la obra de cada uno, de la fe de cada creyente. El fuego de Dios, el fuego de la prueba viene sobre cada creyente.

Pero no es nuestro tema tampoco el fuego de la prueba esta mañana.

El fuego de aprobación

Hay un fuego también que es un fuego de aprobación. Cuando Elías el profeta desafió a los falsos profetas, a los baales, él los desafió que el Dios que respondiera con fuego, ése fuera Dios. Ustedes conocen la historia, todos los artificios que hicieron los falsos profetas y no hubo respuesta. ¡Cómo iba a haber respuesta, si Baal no es Dios! Sin embargo Elías, cuando le tocó su turno, puso el altar, lo edificó, puso la leña, puso el buey descuartizado, hizo una zanja alrededor, la llenó con agua. Cuando Elías oró, fuego del cielo descendió y consumió el holocausto, porque nuestro Dios responde. Nuestro Dios es real, vivo, verdadero. ¡Bendito sea su nombre!

Veamos cuando Moisés consagró a los sacerdotes. Esto lo voy a leer brevemente. Esto es una cita de Levítico 9. Cuando fue consagrado Aarón y hubo una reunión solemne. Dice: "Y entraron Moisés y Aarón en el tabernáculo de reunión, y salieron y bendijeron al pueblo; y la gloria de Jehová se apareció a todo el pueblo. Y salió fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto con las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y se postraron sobre sus rostros" (Lv. 9:23-24).

Oh hermanos, díganle a un hebreo de hebreos, díganle a un descendiente de Abraham, de Moisés, de Jacob, díganle a uno que tiene a Moisés entre sus antepasados que no hay Dios. Ellos saben por la historia, ellos lo vieron de verdad, porque el Señor con fuego del cielo quemaba el holocausto y todo el pueblo se postraba y alababa a su Dios.

El fuego de aprobación, en Crónicas. Cuando Salomón acabó de orar -cuando inauguraron el templo de Salomón, ese templo lleno de oro, tan precioso-, cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos y la gloria de Dios llenó la casa de Jehová, y los sacerdotes no podían entrar a causa de la gloria de Dios. Nuestro Dios es "fuego consumidor", dice Hebreos. El fuego está asociado con el Señor, el fuego de aprobación. Cuando Dios aprueba, responde con fuego desde el cielo.

Pero el fuego de aprobación no es nuestro tema tampoco esta mañana.

Hay otro fuego que también está muy cercano en nuestro conocimiento del Señor. Todos hemos leído o alguna vez escuchado en los días de Abraham, cuando fuego del cielo cayó sobre las ciudades impenitentes, sobre las ciudades pecadoras, Sodoma y Gomorra. Fuego descendió, y en un instante fueron consumidas, y el humo de la ciudad subió como el humo de un gran horno. Cada vez que muestran imágenes en la televisión o en películas, acerca de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki al final de la segunda guerra mundial, y sube ese hongo, me parece que así debe haber sido algo parecido lo que vio Abraham cuando vio subir el humo como el humo de un gran horno. Si usted destapa un horno, sube un humo así que se transforma como en un hongo, porque el fuego del juicio de Dios se dejó caer en aquel tiempo.

El libro de Hebreos dice que a los que rechazan la gracia de Dios, aquellos que pecan voluntariamente, aquellos que cierran su corazón, sólo les espera una horrenda expectación de juicio y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios. ¡Oh, hermanos, horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! ¡Ay de aquel que ataca al Dios vivo, porque nuestros Dios es fuego consumidor!

El fuego del juicio

El Señor Jesús habló también del fuego eterno. Pero no es el fuego del juicio nuestro tema, sólo lo menciono. Porque hay un fuego eterno preparado para Satanás y todos sus ángeles. Hay un lago de fuego donde la muerte y el Hades irán a parar; hay un lago de fuego donde irán todos aquellos que no están inscritos en el libro de la vida del Cordero. Todos los soberbios, todos los altivos, todos aquellos inteligentes, los filósofos de nuestros días, irán a parar allí, todos los que no se arrepintieron. Aun la venida del Señor será en llama de fuego, en retribución para castigar a los rebeldes, a los que no han recibido el evangelio.

Pero no es el fuego del juicio el tema que vamos a compartir esta mañana.


 
 

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Compartiendo bendiciones

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