Reflexiones e Inspiraciones Cristianas
ReflexionesCristianas Aimoo Forum List | Ticket | Today | Member | Search | Who's On | Help | Sign In | |
ReflexionesCristianas > SERMONES > Sermones Tomo III Go to subcategory:
Author Content
Ex_Member
  • Rank:
  • Score:0
  • Posts:0
  • From:Unknown
  • Register:09/21/2018 12:36 AM

Date Posted:02/06/2009 2:37 PMCopy HTML



   





http://i453.photobucket.com/albums/qq257/fuentedevida7_2008/Trjs_euvres/SrmBibliques.jpg?t=1235777567

 

  



 
Avivando el fuego
 
 
PARTE II

 
 Limage
  Jeremías 20:9
 

 
 

 
El fuego de Dios en los creyentes

Oh hermanos, vamos a hablar de otro fuego: el fuego de Dios en los creyentes. Eso nos interesa: la provisión de Dios para los creyentes, el fuego que te enciende a ti y que me enciende a mí, ¡esto nos interesa hoy día!

Si alguien tiene la Biblia, abra Jeremías 20:9. ¡Ayúdanos, Señor! Hemos leído muchas veces esta palabra que comienza en realidad en el versículo 7: "7Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. 8Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. 9Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude".

Hermanos, recordemos la palabra que leímos al principio: "Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido?". El fuego del Señor se mete en lo más profundo de nosotros. Cuando está de verdad el fuego de Dios en una persona, no está solamente tocado en la parte externa suya, no es sólo un entusiasmo emocional que dura como un suspiro. Es algo mucho más profundo: ¡a los huesos mismos! Nosotros lo primero que vemos es la piel de una persona, sabemos que después de la piel viene la carne, vienen nuestros músculos, las arterias y todo lo demás. Pero todo eso es como más frágil, eso se consume más rápidamente. Lo último que se consume, si es que se consume, son los huesos. Después de los huesos está la médula, los tuétanos.

Pero, amados hermanos, el fuego del Señor se mete dentro de nosotros. Este fuego es capaz de prevalecer por sobre la depresión del profeta. Él, al ver que el mundo se le venía encima, al ver que había que había vergüenza y había afrenta por causa de la palabra que había recibido. Él tenía una encomienda; el proclamar lo que proclamaba le significaba dolor, le significaba burla, le significaba persecuciones. Él quiso escapar de eso, la prueba era demasiado grande para él, se desanimó tremendamente. Pero cuando quiso callar, fue imposible callar, porque se encontró que había un fuego metido en sus huesos. ¡Gloria al Señor, hermanos!

Hay tentaciones en el mundo, sí que las hay. Las tentaciones que afectan la carne. Sí; el que está en la carne no puede prevalecer. Hermano, grande puede ser la atracción, grande puede ser el fuego de la tentación, pero si tú tienes un fuego metido en tus huesos, de ahí saldrá la defensa, ¡Aleluya! Ningún fuego del mundo podrá atraer ni seducir ni corromper a uno que está con este fuego de Dios metido dentro de él.

¡Bendito sea el nombre del Señor, porque este fuego de Dios está presente en todos los creyentes, los que hemos recibido al Señor en nuestros corazones! ¿Cuántos tienen al Señor en su corazón? (¡Amén!). ¿Cuántos han recibido el Espíritu del Dios vivo dentro de ellos? (¡Amén!). Hay un fuego metido en tus huesos, hermano, y aunque tú quisieras callar, no lo puedes hacer. Este fuego es superior, porque más poderoso es el que está en nosotros que el que está en el mundo. No es el fuego del entusiasmo humano: es el fuego del cielo metido en el corazón de un creyente. ¿es verdad o no es verdad? ¡Aleluya, es un fuego que prevalece, es un fuego que nos hace vencedores!

El profeta también decía que las palabras, la palabra de Dios había venido a ser como un fuego en su boca. Claro, porque de la abundancia del corazón habla la boca, de lo que está claro y firmemente arraigado en lo más profundo. Eso es lo que sale a la luz. Si en lo más profundo de tu corazón tú tienes frustración y amargura, aunque tengas la apariencia más grande, tarde o temprano saldrá a luz la herida, la amargura, el dolor. Mas, si tienes un fuego metido adentro, aunque todo el mundo te quisiera apagar, ese fuego va a prevalecer, ¡y tú vas a salir confesando que Jesucristo es el Señor! ¡Confesémoslo, porque él es el Señor! ¡Jesucristo es el Señor!

¡Aleluya! Que arda ese fuego, hermanos, porque no es el entusiasmo nuestro. No es algo humano, es el Señor en nosotros.

El fuego de Juan

Juan 5:35. El Señor Jesucristo, nuestro Señor Jesucristo, da testimonio de Juan el Bautista. Dice de él, que Juan el Bautista "...era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz". Él era una antorcha que ardía. Una antorcha es algo artesanal, es algo que mientras arde se va consumiendo, produce calor, irradia luz. "Una antorcha que arde..." Alumbraba porque ardía. Si no hubiese tenido un fuego dentro, no habría producido ningún cambio, ningún efecto. Él fue enviado como precursor, él estaba anunciando que Alguien venía. Entonces, su discurso no era un discurso poético, no era una obra literaria, no era una palabra grata al oído así sensible que pudiese decirse que era algo muy bien elaborado.

En realidad, este hombre tenía una urgencia a causa del mensaje que tenía que proclamar: "¡El Rey viene!". Su mensaje es: "¡Arrepentios!". Su mensaje al mundo que se supone creyente esos días, a los judíos que se supone que tenían el testimonio de Dios, es violento: "¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? ¡Haced frutos dignos de arrepentimiento!". Era un mensaje poderoso, un mensaje que conmovía. La gente estaba absorta. Lo oían y temblaban, lo oían y reaccionaban. Él los llamaba al arrepentimiento y ellos corrían, y multitudes iban al Jordán y se arrepentían de sus pecados. Eran profundamente conmovidos. No era un simple mensaje ni era un mensaje simpático. A él no le interesaba reunir multitudes, a él le interesaba una palabra enviada de parte del Señor. Era tan importante lo que tenía que anunciar, que no podía decirle a la gente: "¿Qué opina usted de esta doctrina o de la otra?".

Él no vino a hablar de doctrina, no vino a discutir sobre ciertos puntos del Antiguo Testamento -si eran verdaderos o no -. ¡Él estaba anunciando al Rey que venía! ¡Aleluya! Estaba tan seguro de su mensaje que no vacilaba, no trepidaba: "¡El Rey viene!". "Viene detrás de mi uno del cual no soy digno de desatar la correa del calzado. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego". Estaba anunciando la venida de Alguien precioso, poderoso. ¡Qué tremendo era el mensaje! Era un mensaje urgente. Tenía que conmover a la gente, tenía que decirle: "¡Preparad el camino; prepárense, porque el Señor viene!".

¿No se parece Juan el Bautista a nosotros, hermanos? ¿O nosotros no estamos en un tiempo parecido? Juan anunció la primera venida del Señor. Ustedes saben que los últimos tiempos están llegando. Los vemos todos los días, el tiempo del fin está cercano. Pero nosotros no decimos: "Mire, el infierno viene". Nosotros no estamos diciendo: "Mire, la corrupción viene", porque la corrupción ya está ahí, encima. Nos rodea todos los días la corrupción. ¡Pero nosotros tenemos un mensaje positivo! ¡El Rey viene otra vez! ¡Cristo viene otra vez!

¿Cómo habrá que decirlo, hermanos? ¿Habrá que hacer un estudio y juntar una palabra del Antiguo y del Nuevo Testamento y presentar una joya literaria? Hermanos, ¡el Señor viene!.

Hay una palabra que tiene que encendernos a nosotros en estos días. Hay un mensaje, hay una encomienda divina que pesa sobre nosotros. Hay un fuego que el Señor vino a encender, hermanos, y es tiempo que tú y yo estemos ardiendo con ese fuego. ¡Señor, Señor!

"Juan era una antorcha que ardía y alumbraba". Lo hizo en su tiempo, fue fiel en su tiempo. Y nosotros, hermanos, como iglesia en conjunto, somos ese otro Juan. Este Juan de los últimos tiempos, que no es un solo hombre, sino que somos muchos. ¡Somos el cuerpo de Cristo, que conocemos que el Señor viene! ¡Aleluya, hermanos!

¿Cómo se lo diremos a la gente? ¿Se lo diremos muy suavemente? ¿Se lo diremos con mucha diplomacia? No sé cómo; pero lo único que sé que si el corazón nuestro se enamora del Señor y está enamorado de Cristo, hermanos, vamos a anunciar el retorno glorioso del Señor. ¡He aquí, que nuestro Rey viene! Hermanos, cantemos canciones que anuncien la venida del Señor. No nos olvidemos en las reuniones. Ojalá en ninguna reunión dejáramos de cantar y de anunciar: "¡He aquí, que viene nuestro bendito Señor!".

Amados hermanos, ¿qué más podemos decir de esto? En realidad, al ver a Jeremías con el fuego ardiente dentro de él, al ver a Juan el Bautista que ardía y alumbraba, eso nos está mostrando a nosotros cómo quiere el Señor vernos a nosotros.

 

 
 
 

Limage

 

Compartiendo bendiciones

Recopilo

 

 

 

http://i453.photobucket.com/albums/qq257/fuentedevida7_2008/Trjs_euvres/Mayte.jpg?t=1236188953

 

 http://forum2.aimoo.com/ReflexionesCristianas/Sermones-Tomo-III-1-48954  

 


      

                                                                                                  



 





 



 


 



 

center>Reflexiones e Inspiraciones Cristianas
Copyright © 2000- Aimoo Free Forum All rights reserved.