“Y David respondió a Recab y a su hermano Baana, hijos de Rimón beerotita, y les dijo: vive Jehová que ha redimido mi alma de toda angustia"
( 2ª. Samuel 4: 9 )
El calor de las llamas del sufrimiento hace perder la noción del tiempo, el sentido comun comienza a fallar y la desesperación hace estragos en el alma.
Todo parece indicar que avanzas hacia el abismo, por el camino que no tiene retorno y que nada de lo que hiciste tuvo algun valor. En ese momento, todo el panorama está gris y no observas ninguna señal que te indique que tendrás una oportunidad de recuperación, y hasta has llegado a aceptar que tu miserable condición, es el resultado de tus rebeldías y pecados, los cuales te separaron de la gracia de Dios, y que un pulpo asesino te ha acorralado para acabar definitivamente con tu existencia.
Muy lejos de tus ideas se encuentra la verdad de lo que te está sucediendo, y por esa razón, Dios lo ha dejado saber por medio de su palabra, para que te enteres, que lo que te acontece es para tu propio beneficio.
Tu preguntarás:
¿Cómo me puede beneficiar el sufrimiento?
La respuesta es que Dios te ha metido en el crisol para purificarte, y dice que no lo hace en la forma severa como a la plata, sino de una forma que tú puedas soportar.
Dios asigna los grados de sufrimiento a tu horno, de tal forma que no te quemes y que no te dañe.
Toda esa cadena de sufrimientos, está obrando para bien, ese proceso invisible, está tejiendo tu corona, y cada día que permaneces fiel, soportando con paciencia el crisol, aumenta las bendiciones que Dios, con todo su amor ha preparado para tu galardón.