Reflexiones e Inspiraciones Cristianas
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_plumitazulada_
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Date Posted:05/16/2010 4:37 AMCopy HTML

 

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LA VIUDA DE SAREPTA

Levántate, vete a Sarepta de Sidón y mora allí; he aquí yo

 he dado orden allí

a una mujer viuda que te sustente"

(1 Reyes 17:9).

Esta mujer había perdido a su marido, y con ello el medio de sustento de la familia.

 Tenía un niño, eso sí, pero su edad no le permitía ser ningún apoyo para la casa,

 sino una

carga material para la madre. A la viuda no le faltaban las preocupaciones.

Su vida había cambiado por completo desde la muerte, del marido.

La mujer podía muy bien darle agua, así que se va camino a la casa para ir a

 buscársela,

pero había dado sólo unos pasos cuando aquel extraño personaje la vuelve a llamar:

 «Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano.»

La mujer con una mirada triste le contestó que ni tan solo tenía pan cocido, aunque

sí un poco de harina y que precisamente estaba recogiendo dos leños para prepararlo

y comérselo, untado con un poco de aceite que también le quedaba, junto con su hijo.

 Después de haberlo comido no le quedaba más recurso que dejarse morir de hambre.

Y entonces vienen las noticias estupendas, que de momento la mujer escucharía

 con oídos

 incrédulos:

«La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el

día en

que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.»

La mujer hizo la tarta y comieron los tres. Y la harina no escaseó ni menguó el

aceite de la tinaja.

 La fe de la mujer se está reavivando. ¿Cómo es posible negar la evidencia de que

 Dios proveía para ellos, con la intervención de aquel varón extraño, que se había

quedado aposentado en la casa.

El segundo paso adelante en la fe para la viuda fue una nueva prueba.

Esta vez fue el hijo que enfermó hasta quedar sin aliento.

 

Entonces la viuda no pudo

por menos que recapacitar sobre su vida pasada. Según la mentalidad de la época

una enfermedad tenía que interpretarse como una visitación divina: eran sus propios

pecados que habían causado el desastre en el hijo. Con la conciencia turbada,

y tratando de defenderse, a ciegas, se dirige al profeta en su desespero y le increpa:

 «¿Qué tengo que ver contigo varón de Dios?

¿Has venido a mí para hacer morir a mi hijo?»

Elías clama a Dios apenado por los sufrimientos de la viuda.

 

 Dios le concede poder para

hacer recobrar la salud al hijo. Solo con el niño ruega a Dios que le sea devuelta

el alma al niño.

 «Jehová oyó la voz de Elías», una vez más, y al poco el niño estaba sano en

 el regazo de la madre.

Las palabras que pronuncia ahora la madre nos hablan de otro milagro, no menos

sorprendente que recobrar la salud del cuerpo: la recuperación de la salud del alma.

 

 Llena de gratitud y asombro la viuda exclama: «Ahora conozco que tú eres varón de Dios,

y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca.»

Enviado por

plumitazulada@live.com.mx

 

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