( Salmo 115: 3-4 )
Hacía mucho tiempo que no escribía a la lúz de las velas, pero debido a ciertas dificultades fuera de mi control, estoy escribiendo esta reflexión a la media noche, iluminado por una velita de las que se usan en los pasteles de cumpleaños.
Observé cuando estaba por consumirse, antes de apagarse, su llamita se elevó el doble del tamaño que había tenido antes, hasta que finalmente se apagó por completo.
En ese momento, la voz de Dios vino a mi corazón y me dijo:
“hijo mío, lo que has obervado es similar al período final de las pruebas, porque en el momento final, la llama de las aflicciones se eleva más y luego se apaga rapidamente"
Le dí gracias a Dios por esta revelación, ya que existen miles de creyentes en grandes angustias, a los cuales Dios les dice:
“Si sientes que ya no puedes más, que te encuentras en un callejón sin salida, con el agua hasta el cuello, desesperado y apunto de sucumbír, estás a punto de salir de la prueba, y así como la llama se eleva cuando está por apagarse, así tambien el sufrimiento está llegando a su final. Cuando se apague la llama, descansa, porque será la noche mas bella en tu vida y vendra hacia tí un amanecer glorioso, será una etapa totalmente nueva en tu vida, los cielos se abriran para tí y jamás volverás a estar frente a las velas de las pruebas, sino ante las velas gloriosas, ante el altar de Dios, las que nunca se apagan y cuyas llamas son de bendicion y no de dolor.