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Date Posted:01/10/2009 4:12 PMCopy HTML

 

 

 


La unción de restitución

 

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Marcos 10:28-30  
 


La Palabra de Dios nos enseña claramente acerca del tema de la restitución. Existen dos clases de restitución en la Biblia. De la que quiero tratar en este artículo es aquella obra poderosa que Dios quiere hacer en la vida de aquellos que a pesar de haber sido fieles e íntegros han sido temporalmente despojados y han perdido algo injustamente. Estoy hablando de la Unción de restitución.

Jesús enseño a sus discípulos acerca de la Unción de restitución y lo encontramos en Marcos 10:28-30 “Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos. o tierras, por causa de mi y del evangelio que no reciba cien veces mas ahora en este tiempo: casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, con persecuciones, y en el siglo venidero la vida eterna”

Para entender lo que Jesús estaba diciendo debemos en primer lugar definir lo que significa la palabra “restituir”. El diccionario la define como “Devolver una cosa a su dueño; restablecer una cosa en su estado anterior; volver al lugar de donde había salido.” Restituir significa, devolver, restaurar, reivindicar.

Si somos detallistas en la lectura del pasaje inicial notaremos que Jesús dijo que nadie que haya dejado todo por el Señor y la causa del evangelio se quedará sin recibir la unción de restitución. La promesa de restitución de Jesús es del ciento por uno, o sea, ¡Un interés del 10,000 por ciento! Ahora bien, todo esto no ha venido fácil o en forma gratuita. Hubo un precio que pagar, porque para que se me devuelva algo, primero tuve que haber perdido algo injustamente; para que se me restaure algo, primero tuve que haber sido dañado injustamente; para que se me reivindique, primero tuve que ser eliminado, desplazado, rechazado, quitado de algún lugar o posición injustamente. Todo este proceso de despojo produce heridas, dolor, angustia, frustración, vergüenza, lágrimas, tristeza, debido a que las pérdidas no fueron voluntarias, como un acto de renuncia, sino involuntarias donde se perdió lo que no se quería perder. La angustia interior y muchas veces la confusión crecen debido a que todo eso nos ha pasado precisamente por ser fieles al Señor.

La Palabra de Dios nos dice que el causante de semejante pérdida es el mismo Diablo. En Juan 10:10a se lo describe como ladrón que viene para hurtar, matar y destruir. El Diablo quiere robarle al cristiano fiel, quiere matarlo lentamente y destruirlo totalmente. El enemigo utiliza algunas veces a personas incrédulas para cumplir su plan pero muchas veces utiliza aún a aquellos que se dicen cristianos.

Cada acto de las vidas de aquellos hombres y mujeres fieles que aman a Dios está en manos del Señor y todo lo que les pasa es para bien (Ro. 8:28), pero muchas veces el Señor permitirá, con un propósito especial, que podamos experimentar perdidas injustas temporales, para posteriormente glorificar su Nombre y enviar la Unción de restitución.

Existen muchas cosas que podemos perder por nuestra fidelidad a Cristo. En 2 Timoteo 1:15 leemos a Pablo abandonado por sus hermanos y amigos. Nosotros también por la causa de Cristo podemos perder amistades y hermanos en la fe. La santidad para muchos es detestable. Podemos perder también nuestro buen nombre, testimonio y reputación. En Hechos 25:7 de menciona la frase “falsas acusaciones” que podemos recibir por cumplir fielmente nuestro ministerio; en 1 Cor. 4:10-21 nos muestra como los siervos de Dios pueden sufrir injustas calumnias, acusaciones sobre sus propias vidas y ministerios. Mateo 10:34-39 nos enseña que aún podemos perder la buena relación con los familiares más cercanos a causa de nuestra fidelidad y santidad y por no participar de acciones pecaminosas. 2 Co. 11:23-29 nos habla que nuestra salud y economía pueden desmejorarse por servir al Señor. En 1 Co. 16:9 leemos “se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios”. Hemos recibido reportes de siervos fieles a Dios, que debido a la fuerte oposición (que viene en forma de calumnia, falsas acusaciones, desprestigio, etc) han perdido el ministerio o tuvieron que cerrar alguna iglesia. Todo este aparente “triunfo” del mal sobre el bien, no escapa a la vista del Señor. Aquel que todo lo ve y procede con justicia tiene una salida para todo aquel que ha padecido y sido despojado injustamente por ser fiel al Señor y a la causa del Evangelio. La recompensa de Dios para todos ellos es la Unción de restitución.

El alcance de la restitución es doble: a) Aquí en la tierra y b) en el cielo (v.30). Aquí en la tierra es donde se nos asegura la restitución del mil por ciento de interés. En el cielo no necesitaremos nada pues allí estaremos completes de todo pero aún así existe una restitución celestial.

El Espíritu Santo en este tiempo quiere restituir sobrenaturalmente buena reputación a aquellos siervos fieles que injustamente han perdido su buen nombre por causa de la difamación y calumnia; quiere restituir ministerios a aquellos que lo han perdido debido a las mentiras y acusaciones infames; quiere restituir ministerios a aquellos que se quedaron sin gente en sus congregaciones debido a acusaciones falsas y sin fundamento. Dios quiere restituir económicamente a aquellos que han padecido severamente por años debido al cumplimiento del llamado del Altísimo; Dios quiere sanar físicamente también a aquellos valientes que por la dureza de la batalla espiritual han quedado frágiles y débiles. ¡Dios es un Dios de restitución! Es por eso que en 2 Timoteo 1:12 Pablo dijo: “Padezco pero no me avergüenzo”. El padecer por ser fieles a Cristo no debe ser causa de vergüenza sino de honra, más sabiendo que de nuestro lado esta el Señor de la restitución.

La Palabra de Dios refleja en varios episodios al Señor de la restitución. La vida de José, entre otros, nos dará una perspectiva diferente de lo que estamos atravesando actualmente y a la vez aliento y fe para creer que sobre nosotros se derramara la Unción de restitución.

La historia de José se relata en Génesis caps. 37 al 50, cuando siendo un adolescente preferido por su Padre, recibe sueños proféticos sobre lo que sucedería en su vida (vv. 5 y 9). José debido a su inexperiencia cometió el error de contar sus sueños a sus hermanos, los cuales le envidiaron aun más (v.11) y decidieron sacárselo de encima (v.18). Primero lo tiran en un pozo seco (v.24), luego lo sacan de allí y pensaron que vendiéndolo como esclavo a los ismaelitas todo se solucionaría (v.28). Aquí a José se le quita involuntariamente la vida familiar y el calor de hogar y sufre una gran perdida emocional. Luego es vendido a Egipto y comprado por una persona influyente (39:1), donde lo coloca al cuidado de sus cosas personales (39:2). Aquí a José se le robó su personalidad y privó del legítimo derecho de vivir en libertad. A pesar de esos duros golpes José continuaba siendo fiel a Dios y contaba con el favor del Señor (39:2). Su ferviente deseo de ser fiel al Señor le lleva a ser acusado de acoso sexual por una mujer adultera y perversa (39:7-18). José de esclavo “libre” pasa a ser un esclavo en la cárcel (39:20). Humanamente hablando todo se había terminado para el… pasaría el resto de sus días confinado una cárcel. Aquí José sufrió la perdida de su integridad. Fue acusado y calumniado injustamente y no teniendo manera de defenderse tuvo que callar y ser encarcelado. Solo José podría decirnos todo lo que pasaba por su mente y las luchas interiores que el estaría padeciendo. Todo esto le pasaba, no por ser desobediente e infiel a Dios, ¡sino por ser absolutamente fiel al Señor! Esto es lo que confunde a muchos hoy también y se derrumban para siempre. No pueden entender lo que les está sucediendo y en vez de ver la mano del enemigo intentando eliminarlos de la carrera espiritual, comienzan a culpar a Dios de sus desdichas. Es en este punto crucial donde, si seguimos a pesar de todo siendo fieles, avanzaremos hacia la Unción de Restauración o nos quedaremos por siempre en el lago cenagoso de la frustración. En tiempos así, solo la fe puede hacernos “ver” la realidad espiritual que se viene sobre nuestras vidas. ¡La medida de nuestro despojo será la medida de nuestra restitución! Pasaron dos largos años (41:1) sin que nada cambiara. Esa rutina negativa y destructora pudo haber terminado con José, pero aún así el se mantuvo fiel al Señor.

En un momento determinado, por cierto planeado por Dios, Faraón necesita la interpretación de unos sueños. Nadie de los magos y sabios de la época pudieron interpretarlos (41:8). De repente, alguien conversando con Faraón se acuerda que tiempo atrás cuando el estuvo en la cárcel, José le ayudó a interpretar un sueño y le dio el significado exacto (41:9-13). Ese relato produjo en Faraón el deseo de mandar a llamar a José para que le interpretara los suyos (41:14-36).

Aquí estamos presenciando como la Unción de restauración comenzó a derramarse sobre la vida de José. Note que eso sucedió de repente, sin aviso. José se levanto esa mañana y mirando entre las rejas, quizás haya dicho: - ¡Otro día más en esta sucia cárcel! -, cuando en realidad ese seria el día de la restitución. Así sucederá en nuestras vidas. Cuando menos Usted lo espere, Dios irrumpirá con poder y glorificara Su nombre sobre su vida. A Dios le agrada mucho manifestarse de repente (Lea Hechos 2:2 y 16:26). Eso si, siempre el “de repente” de Dios viene precedido por obediencia y fidelidad continua al Señor aquí en la tierra, pues las bendiciones de Dios siempre son para los que deciden ser fieles a cualquier precio.

Volviendo al relato de José, analizaremos a continuación cuales fueron los resultados de haber recibido de Dios la Unción de restitución:

1. DIOS RESTITUYO LA REPUTACIÓN Y BUEN TESTIMONIO, ASÍ COMO TAMBIÉN SU VIDA ECONÓMICA

Génesis 41:41 dice: “Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernara todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tu. Dijo además faraón a José: He aquí yo te he puesto por sobre toda la tierra de Egipto. Entonces Faraón quito su anillo de su Mano, y lo puso en la mano de José, y Lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello, y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de el: ¡Doblad la rodilla!; y los puso sobre toda la tierra de Egipto”

José pasó de ser un esclavo ignorado a un hombre libre exaltado; pasó de comer y vestir lo peor a vivir con las comodidades de un rey.

2. DIOS RESTITUYO SU AUTORIDAD

Leemos en el v. 42 que Faraón le puso su anillo, como sinónimo de poder e influencia. José pasó de ser un “don nadie” a ser un hombre respetado por todos; pasó de ser un hombre humillado a ser un hombre exaltado por Dios. El Señor lo levantó a la medida exacta de lo que El le había prometido años atrás en sus sueños. Los cumplimientos de los sueños de Dios en nuestras vidas siempre vienen acompañados de mayor autoridad e influencia espiritual.

3. DIOS RESTITUYO SU NOMBRE

Leemos en 41:45 “Y llamó Faraón el nombre de José, Safnat-Panea…”. Ya no iba a ser más “el pobre Josecito” despreciado, pisoteado y desconocido sino alguien apreciado y reconocido. El nombre José significa: “Dios añade”. Aquí lo vemos reflejado sobre su vida como Dios añadió mucho más a su simple y aparente insignificante nombre.

4. DIOS RESTITUYO SU VIDA SENTIMENTAL

Leemos también en 41:45: “… y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera sacerdote de On…” Con tantos años de cárcel, debido a su fidelidad a Dios, seguramente habrá pensado en algún momento: - Estoy desterrado para siempre, rodeado entre otros hombres, no tengo posibilidades de conocer y enamorarme de alguna mujer -. ¡Cuanta presión había sobre los hombros de este joven valiente, obediente y fiel al Señor! El ser íntegros y fieles no nos exime de tener que batallar con pensamientos “naturales y reales”, los cuales será necesario aprender a dominarlos y vencerlos para que no apaguen nuestra fe.

5. DIOS RESTITUYO SU CORAZÓN HERIDO

Con todo lo que había padecido, sufrido injustamente seguramente había heridas interiores abiertas, necesitadas del toque sanador del Señor. Es por eso que Dios haría en el una obra completa. Como fruto del amor con su esposa nació el primer hijo, Manasés, (v.51) “Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo (es decir, todo lo que había sufrido), y toda la casa de mi padre (todo lo que le hicieron sus hermanos). A menos que Dios quite sobrenaturalmente ese dolor interior, suture nuestras heridas producidas por la injusticia recibida y nos de la gracia de perdonar a todos los que nos dañaron no podremos disfrutar la restitución del Señor. ¡Gloria a Dios que la restitución exterior viene acompañada también de sanidad interior!

6. DIOS RESTITUYO LOS TIEMPOS DE SEQUÍA, DESIERTO Y ESTERILIDAD

No hace falta entrar en detalles para darse cuenta que todo el período que va de la etapa del rechazo de sus hermanos hasta el minuto final que estuvo en la cárcel, fue un tiempo de sequedad, desierto total y espeluznante esterilidad. Es por eso que el segundo hijo que tuvo con su esposa fue llamado “Efraín” (v.52) “Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción” ¿Dónde fue fructificado José? En la tierra donde fue afligido. ¡Esto es ni más ni menos la restitución que Dios da aquí en la tierra! Es por eso que el Salmo 27:13 dice: “Hubiera yo desmayado, sino creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes”. Es verdad, ¡Sin la gloriosa promesa de la Unción de restitución desmayaríamos, pero bendito sea el Señor que ella es nuestra!

7. DIOS RESTITUYO SU VIDA FAMILIAR

Solo un Dios de justicia como el Señor puede hacer esto. Leemos a partir del Cáp. 42 como sus hermanos, sin saberlo, vienen en busca de ayuda a Egipto debido a la hambruna desatada sobre la faz de la tierra. Dios usó la necesidad de sus “enemigos” para encaminar las cosas hacia la restitución familiar entre José y sus hermanos. Es por eso que José les dice a sus hermanos, cuando experimento la Unción de restitución, en 45:7 “Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios…”. La Unción de restitución viene acompañada también de felicidad familiar. Divisiones y rupturas del pasado se transforman milagrosamente en unión y armonía. Esto bien puede ser para la vida familiar, una congregación local o dondequiera que haya habido anteriormente envidias, celos, calumnias, acusaciones y menosprecio. ¡Así es la mano restituidora del Señor!

¡Ruego a Dios que a medida que vaya leyendo, el Espíritu Santo le recuerde situaciones semejantes a las de José en su propia vida y a la vez le de certeza que la Unción de restitución esta a las puertas de su vida!

La Unción de restauración es una obra sobrenatural del Espíritu Santo pero ella necesita, para manifestarse, que nosotros hagamos algo muy importante. No me refiero a mantener nuestra integridad y fidelidad, la cual es el requisito básico para ser candidatos seguros a la Unción de restitución. En Exodo 22:1-15 encontraremos la respuesta. Allí Jehová Dios deja estipulada las leyes de restitución. En los vv. 2,4 y 7 aparece una frase importante: “si el ladrón fuera hallado…”. Para que la ley de restitución operase era necesario primero hallar al ladrón. Cuando eso sucedía éste tenia que hacer algo para con la persona dañada: a) v. 3 “El ladrón hará completa restitución” b) vv. 4 y 7 “pagara el doble”

Si el ladrón era apresado tendría, no sólo hacer restitución, sino también devolver el doble de lo que había robado. Dijimos antes que el ladrón es el diablo, que viene para hurtar, matar y destruir (Juan 10:10a). Ahora bien, ¿Dónde encontrarlo? 1 Pedro 5:8 nos da la respuesta:

Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente anda alrededor buscando a quien devorar…”

El enemigo anda alrededor nuestro esperando que nos salgamos de la cobertura espiritual para darnos su zarpaso. Ahora es nuestra oportunidad de atraparlo. Lo que tenemos que hacer, si anhelamos recibir la Unción de restauración es tomar la autoridad de Cristo y atarlo en el Nombre del Señor. Esta acción espiritual, hará que automáticamente se suelte y venga la Unción de restauración sobre nuestras vidas. La restitución, por cierto, no viene del Diablo porque nosotros no queremos nada que provenga de él. Nuestra restitución viene del Señor cuando sometidos a Dios resistimos al enemigo y es atrapado y atado. Allí él dejará en el piso todo lo que nos robó por años. Cuando eso suceda, Dios tomará cada una de las cosas robadas y derramará sobre ellas la Unción de restitución, la cuales llegará a nuestras vidas y con la doble bendición del Señor. ¿Puede entender lo glorioso que esta por suceder en su vida?

Reciba en este día, en el Nombre de Jesús, esta palabra de Dios como un “rhema” (palabra específica, en una situación específica para alguien específico). Joel 2:25-27

“y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros”

La Unción de restitución es prometida antes del derramamiento poderoso del Espíritu Santo (Joel 2:28). Este es tiempo de creerle a Dios como nunca, porque su más increíble y poderosa obra está por llegar para restituir el buen nombre que hemos perdido debido a las injustas calumnias y traiciones; para restituir iglesias y ministerios que fueron severamente golpeados y menospreciados; para restituir la economía y la salud desgastada; para restituir las relaciones familiares e interpersonales, etc. Este es su tiempo, mi hermano y hermana, el Dios que todo lo ve es el que va a restituir cada una y todas las cosas que el enemigo le ha robado. ¡Reciba en esta hora la Unción de restitución y comience a darle toda la gloria al Señor!

 
 

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Compartiendo bendiciones

Recopilo

 

MAYTE

 

 

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