El corazón es el asiento de las pasiones y sentimientos, como no siempre son motivados por una buena sana y juiciosa voluntad, pues, en ocasiones nos vemos inmersos en situaciones algunas difíciles y otras embarazosas.

¿De qué fundamento se vale para tomar sus decisiones? ¿De lo que su corazón le dicta, o conforme a su razonamiento basado en lo que es justo? ¿Busca consejo cuando lo necesita, de aquellos que por su experiencias y conocimientos pudieran ayudarle a poner en balanza los pros y los contras juiciosamente? O, ¿se apresura a tomar determinaciones sin pensar o considerar sus posibles consecuencias solo porque su corazón le marca el derrotero que debe seguir basado en sentimientos que en ese momento le dominan?.

La ira, el coraje, la envidia, la soberbia o altivez, el sentimiento de fracaso o de culpabilidad, la sed de venganza, el orgullo, los celos, la falta de perdón, la sed de poder, el amor al dinero, etc. Uno solo de esos sentimientos que pretenda manejarle en el momento de tomar una decisión, pudiera significar la diferencia entre la vida o la muerte. ¡No se deje engañar!.

¡Alerta! Su bienestar futuro está en juego, y aún, cuando aprendemos de las malas experiencias, en ocasiones son tan severas que nos detengamos ahora y evaluemos sin apasionamientos lo que tenemos por delante. Aprendamos a discernir entre lo que merge del corazón y aquello que es justo y razonable. No se deje confundir ni permita que nadie saque ventaja de esos momentos de duda y debilidad. Decida tomar autoridad sobre todo aquello que le quiere manejar y no permita que su persona sea una hoja que mueve el viento o en alguien que baila según el son que le tocan.

Es usted importante para Dios. Llene su corazón con la Palabra de vida y verá morir dentro de usted todo aquello que, por años, ha querido tomar dominio sin derecho alguno. ¡Si conoce la verdad ésta le hará libre!

"Engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso, ¿quién lo conocerá"  Jeremías 17:9.

           Jaime