Reflexión Juan 14:1

"No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí"

El mundo moderno genera nuevos dioses, dioses de cartón, madera, pintados de colores, con sus angustias y sus trampas insensatas. Dioses de turno irrisorios y espantosos. Frente a estas criaturas de humo, Israel nos habla del Todo-Otro y del Omnipresente. Así, el Dios incognoscible ante el que Moisés se tapa la cara es el mismo Dios del caminar de la fe transmitida por patriarcas y profetas. Es el Dios de las bendiciones de Abraham, de Isaac y de Jacob.

Es el Dios del que habla el salmo, donde el amor sin límites recuerda a su pueblo su gracia, su perdón, su liberación y le ofrece el esplendor de su gloria divina. Promete a los que emprenden el camino de la fidelidad una tierra renovada de la cual mana "la leche y la miel" de su amor.

Jesús es el testigo privilegiado salido del mismo seno del Padre que anuncia la nueva enseñanza. Por su extrema humildad manifiesta la bondad del Padre; por la sabiduría de sus enseñanzas y de sus obras reaviva las bendiciones divinas para el mundo.

Los cristianos en marcha hacia su plena unidad manifiestan la permanencia de las bendiciones para los nuevos tiempos. Con el amor  de sus oraciones rinden testimonio de su Dios único, presente en todas partes y tres veces santo.

Oración:

Señor, Tú no puedes ser definido por palabra alguna; nadie puede tocarte, pero si sentirte; que ningún espacio te puede contener, hiciste pasar el mar Rojo a los hijos de Israel, que ofreces una tierra nueva a los sedientos y hambrientos de ti. Quita y restaura las divisiones día a día y pon la unidad plena tan deseada, para que todos los hijos de Dios sintamos la experiencia de tus ricas bendiciones y cantemos glorifiquemos tu nombre inefable y tres veces santo. Amén.