Reflexiones e Inspiraciones Cristianas
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Myrada
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Date Posted:07/01/2018 7:30 PMCopy HTML


Ya hemos aprendido a alimentarnos del pan de Dios leyendo el Libro, a adorar a Dios por lo que El es, a darle gracias por lo que ha hecho, a confesarle lo que somos , a exponer ante El nuestra impotencia y debilidad, y a aferramos a Su poder y buena voluntad. Estamos, pues, preparados para la súplica y la intercesión.  

Orando por Otros 

De una manera general, en los programas de radio muy pocas veces se escucha que un maestro bíblico ore por otro maestro bíblico. Cada quien lleva el agua para su molino. Como cerillos de seguridad, solamente encendemos en nuestras propias cajas. Pero Pablo y Moisés pudieron desear ser cortados ellos mismos para que otros pudieran ser salvos (véase Romanos 9:1-3; Éxodo 32:32). Las flores secas y marchitas levantan la cabeza cuando la lluvia viene. Así ocurre con los santos cansados y desalentados cuando alguien ora. 

Considérese a Aquel que vive para siempre para interceder por nosotros, gracias a Dios. Las oraciones de Pablo incluyen a la Iglesia en su totalidad, sin límite de secta, prejuicio, localidad, o aun tiempo. Véase el ejemplo de nuestro Señor en Juan 17, y óigasele tratar con uno que iba a ser zarandeado por Satanás: "Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos" (Lucas 22:32). 

Orando por Nosotros Mismos 

Una vez que hemos glorificado Su nombre pidiendo que Su voluntad sea hecha en la vida de nuestros amigos, o enemigos, entonces podernos orar: "El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy" (Mateo 6:11). Luego de haber expuesto ante Dios la impotencia y necesidades de los otros, bien podemos presentarle nuestras propias necesidades. Dios es honrado por nuestro pedir. Dios se complace en oír a Sus hijos pedirle por cualquier posible necesidad, aun cuando El sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos. Nuestras peticiones pueden ser tan amplias como las promesas de Dios, y tan profundas como Sus tesoros. 

Aunque los hombres traten de levantar vallas alrededor de las expresiones "cualquiera cosa" y "todo" afirmando que no implican esto, aquello o lo de más allá, las frases están en la Biblia. ¡Regocíjate si tus necesidades son grandes, si van en aumento, si llegan a ser increíbles, si alcanzan dimensiones imposibles! Las mismas pruebas a través de las cuales Dios te conduce son para ensanchar tu corazón de modo que El pueda bendecirte más. 

¿Pueden tus necesidades exceder a las de la pobre viuda (2ª Reyes 4:1-7)? Se le ordenó, no solo traer sus propias vasijas ante el Señor, sino también pedir prestadas "no pocas." Todas fueron llenas de aceite; y no fue el aceite lo que terminó, sino las vasijas. Tú también puedes orar y recibir en la misma hora. 

Si deseas saber la inmensa variedad de cosas que están a tu disposición, sigue el rastro de la palabra "recibir" en el Nuevo Testamento. Dios te reserva muchas sorpresas en esta búsqueda. Cuando hayas leído de las respuestas a la oración que otros recibieron, úsalas como súplica para tus amigos y para ti mismo . Dios tiene una respuesta para el vientre estéril, para el monedero vacío, para el amor no correspondido, para el deseo ardiente ahogado, para la situación inalterable, y para el hábito que no podemos romper. El puede darnos justamente lo que pedimos, algo mejor, o aún más. "Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré" (Juan 14:13). "Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto" (Santiago 1:17). Santiago dice que las peleas son causadas por la falta de oración: "… combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís" (Santiago 4:2). 

Es seguro que el cielo debe estar abarrotado de respuestas a oraciones que nunca nadie ha pedido. En la narración bíblica hay centenares de años que transcurren sin que se haya registrado una sola petición que se hubiera hecho. En una ocasión, Dios interrumpe una larga lista de nombres (apenas puede detenerse cuando hace una lista de los nombres de los que ama), a causa de un asombroso destello de oración, lanzado hacia la fortaleza del cielo: "Y Jabes ("dolor") fue más ilustre que sus hermanos (porque oró). E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras del mal, para que no me dañe!" (1ª Crónicas 4:9-10). 

Uno pudiera pensar que Dios diría: "¡Cuidado, Jabes. Estás pidiendo demasiado!" Pero en ninguna parte de la Biblia se indica que Dioshaya hablado en tal forma alguna vez. Lo que dice es: "Y le otorgó Dios lo que pidió" (versículo 10). ¿No eleva esto tu alma y espíritu para tratar, probar y ver lo que significa ser realmente bendecido por Dios? Oraciones como ésta se transforman en un torrente de áureas bendiciones sobre la cabeza de nuestros descendientes. Tal parece que este solo clamor hizo que Dios levantara la compuerta de los cielos y pusiera a Jabes bajo el torrente central de Su favor, hasta casi ahogarlo bajo las bendiciones acumuladas.  

Memoriza esta promesa, e inclúyela a menudo en tus oraciones: "El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?" (Romanos 8:32). 

Orando Expectantemente 

La oración no es un monólogo ni una conversación en una sola dirección. Así como dejamos que Diosnos hable cuando escudriñamos Su Palabra, así sentimos exquisito placer cuando nos habla después de que hemos orado. Cuan a menudo llamamos a Su puerta y nos marchamos corriendo antes de que El la abra. Cuántos se han puesto de pie después de haber pedido algo, sin aguardar Su Palabra, justo cuando Dios estaba a punto de capacitarlos para recibir. Cuánto amor susurrado quedamente nos perdemos porque no conocemos la quietud de la comunión. Es sobre los corazones en calma y reposo en donde desciende el rocío de Su bendición. Cuando todas las voces de este mundo y del yo son aquietadas, es cuando descubrimos que Cristo vive en nosotros. 

"Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán" (Isaías 40:31). Escudriña las Escrituras para ver las cosas que acontecen a los que esperan con verdadera esperanza. Di como Samuel: "Habla, porque tu siervo oye" (1ª Samuel 3:10). 

Luego levántate en busca de Sus respuestas, y nota la primera pequeña nube que es preludio de lluvias de bendición (1ª Reyes 18:44); levántate y asómbrate por la forma como El contesta desde un punto que no pensábamos, por la variedad de Sus métodos y la infinitud de Sus recursos. Deseamos estar entre los que esperan en el muelle cuando las embarcaciones, cargadas de oro de Ofir, aparecen en los horizontes de oración. Aguardamos el momento cuando billones de oraciones serán contestadas, cuando la voz de mando nos arrebatará para estar siempre con El (1ª Tesalonicenses 4:16). Si velamos para no distraernos durante nuestros momentos de oración, velemos también, con ardiente esperanza, para ver cómo nuestro Señor actuará en favor de nuestros amigos y de nosotros mismos. 

Escribamos en una hoja de papel nuestras oraciones, y marquemos bien las respuestas recibidas. Muchos no comprenden que las bendiciones de que gozan son precisamente las respuestas a sus propias oraciones. Pero, por encima de todo, velemos para que nuestra comunión con El nunca sea interrumpida.


 

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